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Simjat Torá: La alegría infinita de la Torá

Actualizado: 21 oct

Al finalizar Sucot, luego de los rezos de Halel (alabanza) y Hoshaná (salvación), llegamos a Hoshaná Rabá, el día en que la tradición enseña que los decretos divinos se endulzan. Las siete vueltas alrededor de la mesa de lectura y los cinco sauces golpeados contra el suelo representan la conexión final con la misericordia celestial. Es el cierre de un proceso que comenzó en Rosh Hashaná y Yom Kipur, sellando un nuevo ciclo espiritual con esperanza y alegría.


Celebración de Simjat Torá en una sinagoga iluminada, con hombres, mujeres y niños bailando con alegría alrededor de los rollos de la Torá. La escena refleja unión, espiritualidad y felicidad comunitaria.
La comunidad celebra Simjat Torá con alegría y devoción, danzando con los rollos sagrados que simbolizan la unión eterna entre el pueblo y la Torá.

Durante la noche anterior, se estudia el Deuteronomio y los Salmos, una práctica que simboliza la unión del pueblo de Israel bajo las “alas de la divinidad”. Con Simjat Torá culmina la lectura anual de la Torá y, sin pausa, se vuelve a comenzar desde Génesis. Este gesto enseña que el estudio de la Torá no tiene fin: es un círculo de vida y renovación continua.


La lectura de la Torá representa la continuidad del vínculo espiritual que une al pueblo de Israel con la sabiduría divina.
La Torá abierta invita a renovar el compromiso con la enseñanza divina, recordando que cada palabra es una fuente de luz y propósito.

La celebración se vive con bailes y cantos. Los niños ondean banderas y los hombres abrazan los rollos sagrados, recordando que cada judío —sin importar su conocimiento— tiene acceso igual a la Torá. Se baila con los pies, expresión de humildad y aceptación del yugo divino: cuando los pies se mueven por devoción, elevan todo el cuerpo, incluso la mente y el corazón.

Así, Simjat Torá no es solo una festividad; es la expresión pura de la alegría espiritual. Una alegría infinita, porque su fuente no proviene de lo material, sino de lo eterno. Es el legado que nos invita a redescubrir la luz divina en cada palabra, en cada comienzo, en cada paso que damos hacia lo sagrado.

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