Torá y religiones

Simjat Torá marca el cierre del ciclo anual de lectura de la Torá y el comienzo de uno nuevo. A través de bailes, cantos y estudio, el pueblo de Israel celebra la alegría infinita que surge del vínculo espiritual con la Torá. Es una festividad que nos recuerda que la conexión con lo divino no termina: se renueva cada día, en cada letra y en cada acto de fe.

Rosh Hashaná, la “cabeza del año” en el calendario hebreo, es más que un inicio: es el gran balance de la humanidad. Recordamos la creación de Adam y el propósito de servir a Dios, reflexionamos sobre nuestras acciones y renovamos el pacto eterno. El sonido del shofar, puro y conmovedor, despierta misericordia divina y nos invita a comenzar con fe, esperanza y dulzura un nuevo año.

El judaísmo no busca convertir ni imponer creencias, sino revelar la verdad interior que cada persona ya posee. Inspirado por el Rebbe y el movimiento Jabad, la difusión judía consiste en compartir luz, conocimiento y práctica con quienes lo necesitan, recordando que cada judío mantiene su identidad y que la humanidad entera, como hijos de Noé, puede reconectarse con Dios a través de la Torá y las mitzvot.

Muchos perciben al judaísmo como un “club cerrado”. El Rabino Tomer Rotem explica que esta separación no busca excluir, sino mantener la fidelidad absoluta a Dios. Judíos y Bnei Noaj recorren caminos distintos: unos como “reino de sacerdotes” y otros a través de las Siete Leyes Universales. Ambos se complementan y se dirigen al mismo Creador, iluminando al mundo con justicia, rectitud y esperanza mesiánica.