Sukot: El Abrazo Divino en una Cabaña Temporal
- Rabino Rótem Tómer

- 8 oct
- 3 Min. de lectura
Mudarse una semana de la casa fija a una cabaña temporal puede parecer un gesto simbólico o incluso divertido. Pero detrás de este acto hay un profundo mensaje espiritual.

Durante cuarenta años, el pueblo de Israel fue protegido por Dios en el desierto. El maná descendía del cielo, el agua brotaba de la roca y la presencia divina se manifestaba abiertamente. Sin embargo, al entrar en la Tierra de Israel, esos milagros visibles desaparecieron. El pueblo comenzó a sembrar, arar y cosechar como cualquier ser humano.
¿Significaba eso que Dios se había alejado?
La respuesta es no. El cambio no fue un abandono, sino una transformación. La presencia divina pasó de lo milagroso a lo cotidiano. Dios quiso que Su morada estuviera en el mundo físico, no en una burbuja sobrenatural. Así, el trabajo diario, los desafíos y las tentaciones se convirtieron en el nuevo escenario donde la fe debía florecer.
Confiar en que cada gota de lluvia y cada soplo de viento provienen de la voluntad divina es el verdadero acto de fe. Esa conciencia transforma la vida común en una experiencia sagrada.
Sukot: Un Abrazo de Luz
La sucá (Sukot), la cabaña donde habitamos durante Sukot, simboliza ese abrazo divino que nos rodea y protege. Aunque hoy lo hace a través de medios naturales, la esencia es la misma: Dios sigue cuidando a Su pueblo.

Durante siete días recibimos la visita espiritual de los ushpizín, los siete pastores fieles de Israel: Abraham, Isaac, Yaakov, Moisés, Aarón, Yosef y David. Cada uno nos inspira con una cualidad distinta para fortalecer nuestra conexión con el Creador.
Las Cuatro Especies: Unidad en la Diversidad
El mandamiento de tomar las cuatro especies —etrog (cidra), lulav (palma), hadasim (mirtos) y aravot (sauces)— simboliza la unión del pueblo de Israel:
Etrog: Tiene sabor y aroma; representa a quien posee conocimiento de la Torá y cumple los mandamientos.
Lulav: Con sabor pero sin aroma; simboliza el conocimiento sin acción.
Hadasim: Con aroma pero sin sabor; simbolizan la acción sin estudio.
Aravot: Sin aroma ni sabor; representan a quienes aún no estudian ni cumplen, pero cuya presencia es esencial.
Solo juntos formamos un todo. La espiritualidad judía no se basa en la perfección individual, sino en la unidad que refleja la diversidad del pueblo.

Servir con Amor
El Midrash enseña que, en el futuro, las naciones reclamarán no haber tenido oportunidad de servir a Dios. Él les ofrecerá una mitzvá sencilla: habitar la sucá. Al principio aceptarán con alegría, pero cuando el sol ardiente los haga salir, lo harán con desprecio. En cambio, Israel, aun cuando debe abandonar la sucá por el calor, lo hace con nostalgia y amor.Esa diferencia revela la esencia del servicio a Dios: no por interés, sino por amor.
Un Sueño de Paz
Que podamos pronto habitar en la “Sucá de paz” —la morada divina que, según los sabios, será construida con la piel del Leviatán— símbolo de la redención final y la paz universal.




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